Los estudios de diseño unipersonales somos ya una rareza en proceso de extinción. Las grandes estrategias de branding —ese aberrante anglicismo con el que nos referimos a la identidad gráfica de empresas e instituciones— corren a cuenta de grandes estudios que pueden permitirse abordar el ingente —y rutinario— trabajo que suponen. Sin embargo, de vez en cuando, hay pequeños organismos relacionados con el tercer sector, la cultura, el ocio o la educación que necesitan de una imagen gráfica con la que comunicar sus actividades. La labor de una logopeda, de una fundación de ayuda social o, incluso, de un bar de tapas, apenas mueve un puñado de puestos de trabajo, pero es, desde mi punto de vista, fundamental para la cohesión social y nuestra salud cívica. Creando la imagen de El Sindicat del Vi jugaba en casa, ya que es el bar que monté hace ya más de diez años con mi socia Gabriella Sztankó, la auténtica alma máter del lugar.