Eso no estaba en mi libro de historia del diseño es un recorrido caprichoso, pero exhaustivo y solvente, por algunos aspectos de la historia de mi profesión que pretendo acercar al lector con una mirada fresca y ajena a los prejuicios. La historia es un relato y, por tanto, tiene mucho de artificio. La historia del diseño no es una excepción. Como reza el texto de contracubierta, «entrar en ella es sumergirse en un universo infinito de luces y sombras, de colores, contornos, ideas y emociones que a lo largo de los años han moldeado el arte de la comunicación visual y, con él, nuestra forma más poderosa de pensar y transmitir. Fascinantes peripecias, asombrosas genialidades, estrepitosos fracasos y alucinantes azares se han traducido en los símbolos más icónicos del mundo del cine, la literatura, la publicidad y la empresa: ¿cómo surgieron?, ¿de dónde vienen?». No he pretendido hablar de nada de lo que no se hubiera hablado ya, pero sí hacerlo con un punto de vista y, sobre todo, un tono, distinto. Hablo de las incoherencias de la Bauhaus, del estrepitoso desastre empresarial de dos cartelistas maravillosos —The Beggarstaffs— e, incluso, me atrevo a meter al inmortal Cassandre en el pelotón de los artistas fracasados. Tambien discuto las frágiles fronteras entre diseño e ilustración, mientras aporto algunos nombres femeninos sospechosamente ninguneados hasta la fecha. Sólo soy un comunicador visual que habla de su profesión, sin mochilas académicas ni banderas que defender.

Diseño de cubierta de Antonio Cuesta